Hace justo un año, en septiembre de 2021, Paula García Alonso (Sevilla, 2003) llegó al Programa de Protección Internacional (PPI) del Hospital San Juan de Dios de León “conmovida” por la crisis de los refugiados. Alicia González, la psicóloga de este proyecto que financia el Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, impartió una charla en la Escuela de Arte en la que cursaba Bachillerato y ya no hubo vuelta atrás. Algo se removió por dentro. “Es muy difícil saber que existen este tipo de programas cuando poco o nada se habla de ellos. Los medios se centran en las ayudas económicas que reciben estas personas, pero no en los soportes emocionales que necesitan para salir adelante”, precisa una joven que hace dos años dejó Sevilla con su familia para venirse a una ciudad que, si bien es complicada a la hora de establecer relaciones, le ha acogido con los brazos abiertos.
Ahora, a punto de comenzar el Grado en Educación Infantil en la Universidad de León (ULe), celebra haberse topado con Alicia aquel día y poder ayudar a los demás de alguna u otra manera. “Desde el principio, quise implicarme a fondo”, indica. De este modo, y tras conocer que el PPI cuenta con un grupo de mujeres y de personas LGTBI+ en el marco de un espacio de seguridad donde abordar las problemáticas que afectan al colectivo desde un enfoque de género, se volcó con aquello con lo que consideraba que podía ser más útil. Y no se equivocó. “Pertenezco al colectivo y, por ello, pensé que podía ser un buen punto de apoyo en este sentido”, explica Paula que, a raíz de la experiencia, ha engrosado su lista de amigos. No en vano, pasó la última Nochevieja con Alí e Isma, una pareja gay que se vio obligada a escapar de Azerbaiyán acosada por una sociedad civil que no reconocía sus derechos.
“Me di cuenta de que fuera de España las personas LGTBI+ lo han mantenido en secreto e incluso han sido víctimas de violencia por ser lo que son. Por eso, para mí lo más importante era que no se sintieran solas ni fuera de lugar”, señala Paula consciente de todo lo que han tenido que dejar atrás, de perder en el camino, para poder abrazar la libertad. “Aquí, por lo general, no se ve como un problema o una enfermedad a pesar de que a tu entorno le pueda costar encajarlo”, recuerda esta joven que ha encontrado el ansiado equilibro entre dar y recibir. “Lo que empezó siendo compañerismo es hoy amistad”, no duda en asegurar a la hora de recomendar un voluntariado que, por otra parte, le ha hecho “abrir los ojos” para ver más allá. Así, y aunque con la Evaluación del Bachillerato para el Acceso a la Universidad (EBAU) ha sido algo complicada la gestión del tiempo, dos o tres veces a la semana se entrega a él y, en cada quedada, aprende algo nuevo de los demás.
Paula García Alonso
Voluntaria del PPI
Hospital San Juan de Dios de León