
REVISTA Nº 144 – SEPTIEMBREE 2021
Cuando el voluntariado despierta tu mejor versión
Aurora Manceñido nació con vocación de servicio social, pero venir al mundo en Robledo de Caldas, en la comarca de Luna, dio al traste con sus planes de ser enfermera. “Con la nieve nos quedábamos en invierno muy aislados y no pudo ser”, según lamenta. Así, siendo muy joven y habiendo salvado a un amigo del pueblo de la ‘muerte’, que todavía. aún hoy está agradecido por ello (se le cayó un carro encima), se tuvo que conformar con cuidar a los demás de otra manera.
“Siempre he tenido esa inclinación de ayudar a los otros”, precisa con la espontaneidad que le caracteriza minutos antes de entrar en la habitación de Angelines, una paciente que, a pesar de tener borrados muchos de sus recuerdos por el azlhéimer, llama a Aurora por su nombre cada vez que cruza el umbral de su habitación.
Aurora, acompañada de su marido –Pepe- y animado por su hija –Aurori-, acabó en el Hospital San Juan de Dios de León hace ya casi cuatro años en busca de una oportunidad. “Hay conocidos que me dicen: ¡Qué humor tienes! Pero yo les recomiendo a todos que prueben esta experiencia. A mí, desde luego, me da la vida”, confiesa sobre un acompañamiento a enfermos en el que derrocha grandes dosis de compromiso, cariño y escucha.
Y es que muchas veces, como le ocurre a Angelines, duele más la soledad que una escara. Y a Aurora, que conversación nunca le falta, le hace feliz lo de repartir alegría allí por donde vaya. También mostrando vídeos de bailes al son del acordeón, instrumento fundamental para conocer el folklore de la montaña leonesa que la he visto crecer.
“Hay una paciente que estuvo aquí muchos meses, Mar, que me da los buenos días y las buenas noches de lunes a domingo”, celebra Aurora convencida de que el mejor piropo que le pueden soltar es un “no te vayas tan pronto”. Cada palabra que fluye de su boca es una inyección de energía, un chute de ánimo.
Viuda desde hace siete meses, sin tiempo para hacerse a la idea tras 51 años de convivencia con Pepe (“tuvo un fallo renal y se fue muy rápido”) y con la pandemia de coronavirus como telón de fondo, Aurora, que vivió tres décadas en Valladolid y doce años en Sevilla, se aferra al voluntariado hospitalario en San Juan de Dios y a su rol de presidenta de la asociación de vecinos del Puerto de Cubil para mantenerse ocupada: “Si es por hacer un bien común, ahí estoy yo”.
“Mi hija vive en Barcelona, porque es sobrecargo en una compañía aérea, y aunque iré a pasar algunas semanas el próximo invierno con ella, ya le he dicho que tengo cosas importantes que hacer aquí”, asegura una mujer que se toma muy en serio cada responsabilidad que asume. Además, según reconoce, cuelga la bata blanca “muy satisfecha” todos los días, “como si hubiera hecho algo grande”. No en vano, conseguir que los pacientes se olviden de su enfermedad por unos momentos lo es.
Voluntaria
Hospital San Juan de Dios de León