La corresponsabilidad es un concepto relativamente joven, muy estrechamente relacionado tanto con la igualdad de género como con la conciliación de la vida laboral y familiar de los trabajadores, pero incluyendo en esta ecuación el apoyo y la vinculación con la empresa, es decir, conciliación corresponsable.
Podemos definirla como la responsabilidad que comparten un grupo de personas hacia una causa u objetivo común. Para que realmente estemos hablando de corresponsabilidad, esta responsabilidad debe ser bidireccional, por una parte, la responsabilidad que adquiere la empresa para asumir el cuidado del bienestar e intereses personales de la plantilla y recíprocamente la que tienen que adquirir los trabajadores respecto de las necesidades de la empresa.
Dicho de otra forma, estamos hablando de un compromiso común de proyecto y de confianza entre las dos partes implicadas, de tal forma que la organización consiga alcanzar sus metas, pero teniendo siempre presente los intereses de los trabajadores. Como cabe imaginar, este equilibrio no es tarea fácil de conseguir, ya que es necesario que ambas tengan muy presentes dos aspectos que no deben perder de vista que son las concesiones y sus límites. Llegar a un punto intermedio en el que las dos queden satisfechas no siempre es sencillo, y será en este momento donde tengan que intentar acercar posturas lo máximo posible siendo todos conscientes de que en ocasiones el propio sistema de trabajo del sector, el de la propia empresa o incluso del área de trabajo limita las opciones.
Este intercambio de información y conocimiento más profundo de la empresa sobre sus trabajadores y viceversa creará una alineación de intereses. Así, la implicación de unos y otros será mayor y la relación y comunicación de la dirección y responsables de los servicios con los trabajadores se verá fortalecida. Cada empresa decidirá qué medidas de corresponsabilidad quiere y puede implantar en base a su actividad para mejorar la conciliación familiar, laboral y personal tanto de los hombres como de las mujeres, ya que la propia corresponsabilidad en sí pretende que a través de ella se impulse la equiparación en el reparto de obligaciones familiares, promoviendo la igualdad de género. Dentro de las múltiples opciones algunas de las buenas prácticas más comunes son:
- Establecer jornadas intensivas o la semana laboral comprimida
- Crear bancos de horas para acudir a médicos con familiares
- Permisos no retribuidos y mejora de las condiciones en excedencias por cuidados de hijos
- Fomento del trabajo por objetivos
- Ofrecer ciertos servicios o financiarlos total o parcialmente y así ayudar a aligerar la carga económica y/o laboral, como servicios de guardería, comedor, seguros de salud, ayudas de transporte, etc.
- Reuniones mensuales con el equipo, es en estas reuniones de trabajo es donde en ocasiones se vislumbran estas necesidades de que de otra forma no se conocerían
- Planes de formación continua
- Espacios comunes donde poder tomar café en los descansos con los compañeros
- Formar en materia de igualdad a toda la plantilla, para fomentar tanto la corresponsabilidad como la conciliación.
Para llevar a cabo esta compleja tarea lo mejor es crear un plan de conciliación empresarial, ya que por medio de esta herramienta la empresa podrá conocer las necesidades de sus trabajadores y ver cómo puede combinarlas con las necesidades y objetivos de la organización. En ese sentido, la corresponsabilidad y la conciliación laboral y familiar van de la mano, puesto que a través de una se puede mejorar y alcanzar la otra. Se trata de armonizar la vida profesional con la laboral.
Aunque la conciliación es una responsabilidad compartida entre las administraciones públicas, las empresas, las organizaciones sindicales, las familias y de la sociedad en su conjunto, bien es verdad que las empresas juegan un papel fundamental para hacerla posible y palpable. Dado que un porcentaje muy importante de nuestro tiempo diario es dedicado a la jornada laboral, en ocasiones es difícil poder compaginar este ámbito con las responsabilidades familiares y personales de cuidado, generando consecuencias negativas tanto para los empleados (problemas de salud, estrés, falta de concentración), como para la propia empresa (desmotivación, absentismo, fuga de talentos).
Facilitar la conciliación de la vida laboral y personal favorece el desarrollo de las personas empleadas, mejora su calidad de vida y contribuye positivamente a los resultados de la empresa. Por ello, cada vez están más en auge las empresas cuya cultura empresarial gira entorno a la corresponsabilidad ya que trae consigo una serie de ventajas como son la mejora del clima laboral, la reducción del absentismo, una mayor motivación de la plantilla, mejora de la productividad, retención del talento aumentando en concreto los niveles del femenino y mejorando la imagen pública de la compañía.
Podemos concluir con la idea de que se trata de implementar esquemas y mecanismos que permitan a las dos partes en la medida de lo posible negociar desde la flexibilidad para conseguir la compatibilidad entre las exigencias de estos dos espacios.
Leticia Álvarez García
Recursos Humanos
Hospital San Juan de Dios de León