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REVISTA Nº 152 - SEPTIEMBRE 2023
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Todo volverá a ir bien

Durante un tiempo siguieron acompañándome Antonia, Viki y Manuela. Seguía la idea de acariciar, predominaba el sentimiento de sonreír y, emocionado, caminaba agradecido con fuerzas para promover la “artesanía del cuidado”. Con la cabeza llena de ideas, decidí dejarlo todo, salir a pasear, tomar el aire y dejar de pensar.

Mientras andaba con paso ligero, pues así lo recomiendan, se me ocurrió pensar si se trataba de pasear o de caminar. Un poco absurdo, pero tuve esa idea. Y así, en el primer banco que apareció, aun sin estar cansado, me senté para consultar las diferencias. ¿Serán verbos del cuidar? 

Me dedique un tiempo a buscar el verbo pasear y aparecía “ir andando por distracción o por ejercicio”. No me servía para mucho, y seguí leyendo, “llevar algo de una parte a otra” y también “discurrir acerca de una materia sin hacer pie en ella” o “estar ocioso”. Me dio la sensación que me estaba diciendo que yo llevaba mi mundo en la cabeza de un lado para otro.

Decidí seguir mi paseo, pues la idea era despejar un poco la mente. No era empresa fácil, pues la cabeza seguía dando vueltas y volvía a pasar por el corazón imágenes del cuidar. Recordé a Regina que en su día me decía “esto (la pandemia) se ha llevado la mitad de mí”. En julio se llevó la otra mitad, la mitad que la quedaba. Y he recordado a Manolo, a Rafa y Ana, a Eladio. ¡Tantos se me han ido!

La cabeza hace un gesto raro, instintivo, entre la extrañeza y la incredulidad y, en ese momento, recuerdo haber oído que los cimientos de nuestras vidas han sido tocados, que hemos palpado la fragilidad y que esto no se puede olvidar. Seguía a buen ritmo mi camino, mientras las ideas iban y venían. Había una que aparentaba ser más fuerte: esta es una oportunidad para recuperar lo más humano de lo nuestro.

Hace tiempo escuché una frase que atribuyeron a Einstein y que decía: “La visión del mundo que creó la crisis no puede ser la misma que nos saque de la crisis”

Probablemente hemos tenido la oportunidad de ver el misterio de la vida y de la muerte sin maquillajes. Las lágrimas deshicieron la nitidez del rímel, las cremas se cuartearon y el rostro quedó desfigurado. Hace tiempo escuché una frase que atribuyeron a Einstein y que decía: “La visión del mundo que creó la crisis no puede ser la misma que nos saque de la crisis”.

Sigo el paseo por la orilla del rio en una tarde de verano. Una suave brisa intimida las hojas de los chopos y llega un olor a fresco con la ciudad al fondo. La música siempre me ha acompañado y empecé a tararear, paseando, una canción de Bety Missiego: “Paseando sola en mi ciudad, yo sentí que un canto me llegaba. Me acerqué y pude contemplar a unos niños que cantaban. Uno fue y me dijo: «¡Eh mayor! ¿No quieres incluir tu voz cansada? Ya verás que fácil es cantar si tienes bien alegre el corazón». Esto me sirve.

Un pie y luego el otro marcan acompasados el ritmo del paseo. Miro la ciudad y escucho el latido del mundo, ese mundo que arde en fiestas, eufórico y divertido. Entre el bullicio, la vista se dirige a un grupo amplio de sus gentes. Observo que son gentes que caminan por sus calles lentas, pensativas, torpes, tristes, inseguras. No sé cuántos, pero me parecen muchos. Es ese mundo al que hay que decirle “ya verás que fácil es cantar si tienes bien alegre el corazón».

Es el momento de mirar al futuro, como lo miró San Juan de Dios después de vivir lo que vivió en aquel hospital de Granada con personas cuya cabeza estaba resquebrajada.

¿Cómo? No sé si es la pregunta del millón o la pregunta de la vida que nos va en ella. Quizás haya que hacer de la vida una canción de paz, que hable de amor, salir a sonreír y disfrutar la dicha de vivir y un corazón que compartir.

La imagen de lo vivido la percibo como un túnel, poco iluminado y salida incierta, pero lleva al otro lado. El túnel era de una sola dirección y sin vuelta. Al otro lado del túnel hay un nuevo paisaje, desconocido, distinto al que estábamos acostumbrados. Habrá que mirar con bondad, poner creatividad y contemplarlo con más belleza que el anterior.

En este recrear lo nuevo que ha llegado nos puede ayudar el recuerdo del pasado para abrirnos a la vida en toda su amplitud y acoger entre las manos la fragilidad. El Papa Francisco en la Jornada Mundial de los Abuelos y de los Mayores (23 de julio de 2023) nos animaba “a estar atentos, para que nuestras abarrotadas ciudades no se conviertan en concentrados de soledad y que los frágiles y los ancianos no queden relegados a residuos improductivos, que el ritmo de los mitos de la eficiencia y del rendimiento, no nos hagan incapaces de frenar para acompañar a los que les cuesta seguir el ritmo”.

Hay que caminar y poner ritmo a la vida. Mientras caminaba escuché una canción, esta vez de Dani Martín cuyo título es ‘Caminar’. Me dio ánimo para el camino, hablaba de las caricias para el corazón de esta tierra que alguien lo rompió; buscaba el gesto lleno de valor que nos traiga el cuento y la versión, donde el lobo que nos engañó mira al niño y le pide perdón.

Sigue la canción, invita a caminar, a poner sonrisa a cada paso y respirar. Es el momento de soñar y crear. Es el momento de mirar al futuro, como lo miró San Juan de Dios después de vivir lo que vivió en aquel hospital de Granada con personas cuya cabeza estaba resquebrajada y había que reconstruir la persona. 

Fue el sueño del loco de Granada que hizo soñar al mundo. Hoy nos llega la oportunidad de hacerle soñar de nuevo, especialmente a quienes hoy miran la vida y el mundo cabizbajos, aplastados por la vida y el peso del mundo. Por el hospital he visto mochilas que ponen “soñar es gratis, no cuesta nada”, será bonito lo que quede por llegar. Como escribe Jochen Jülicher en su libro: “Todo volverá a ir bien, pero nunca será como antes”. Ahora, más que nunca, Hospitalidad.

Abilio Fernández García
Servicio de Atención Espiritual y Religiosa
Hospital San Juan de Dios de León

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