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REVISTA Nº 152 - SEPTIEMBRE 2023
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Hoy he decidido cambiar

“Tomé mi equipaje y salí de la habitación rumbo a la calle, sintiendo como se rompían las ataduras con un pasado al que me prometí no volver más”, explica Robert Secada al recordar ese lunes 21 de febrero en el que llamó a la puerta del Hogar Municipal del Transeúnte del Hospital San Juan de Dios de León, una ciudad a punto de afrontar la semana más gélida de 2023.

Su amigo Antonio le facilitó la dirección después de que, tras 16 meses en casa de su hermana, las relaciones con ésta se tensaran. “Aún no había podido conseguir ningún trabajo”, se lamenta un hombre a punto de cumplir los 65 años. Y es que invisibles hasta en las promesas políticas, los parados ‘sénior’ hacen frente a un horizonte de desempleo de larga duración, muchas veces bajo el peso de cargas familiares y cotizaciones hundidas.

En un compromiso consigo mismo para salir de la difícil situación en la que se encontraba, Robert decidió tomar las riendas de su vida y, sobre todo, “no mirar atrás”. “Al llegar al albergue un señor de ojos pequeños me explicó que los ingresos se realizaban a partir de las ocho y media de la tarde”, expone. Tras hacer algo de tiempo, regresó a un recurso en el que, en sus propias palabras, encontró de inmediato ese “clima de paz, cordialidad, respeto y comprensión” que ansiaba. “Después de darme una ducha, me acosté en la habitación colectiva muy feliz”, precisa.

“El Hogar Municipal del Transeúnte es para todas aquellas personas que se encuentran de paso en León y que, por una u otra razón, necesitan pernoctar en un lugar durante algún tiempo para poder solucionar sus problemas existenciales más inmediatos”, pone de relieve sin olvidar la misión que debe cumplir en este momento de su vida.

“Enseñar y compartir es amar al prójimo”

“Comprendí que ahora debo ayudar a todas aquellas personas que se acerquen a mí, porque enseñar y compartir es amar al prójimo sin ningún interés”, subraya inmensamente agradecido a todos los trabajadores, voluntarios y compañeros con los que se ha topado en el camino. “Aprendí de todos y cada uno de ellos, y les mostré parte de vida”, indica un transeúnte, “un peregrino más”, que se aferra a esta nueva “oportunidad” convencido de que “nada se hace por casualidad”. “Las cosas suceden por alguna razón”, concluye.

Robert Secada
Usuario del Hogar Municipal del Transeúnte
Hospital San Juan de Dios de León

Palabras que dan vida

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El camino de la esperanza

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Durante 15 largos años J.M.H.P. ha pasado las noches con el suelo como colchón, a veces entre los cartones o las paredes de vidrio esmerilado de los cajeros. “Estuve viviendo en la calle entre los años 2000 y 2015”, explica este vallisoletano con muchos problemas derivados del abuso del alcohol y otras sustancias estupefacientes. “Mi vida estaba destrozada. No me quería ni mi familia ni los servicios sociales”, apostilla en el marco de un relato con posos de amargura.

La hospitalidad sin medida

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Desde los 15 años, Y.Q.V. trabajó como voluntario en un centro que tienen los Hermanos de San Juan de Dios en su país: Cuba. “Ayudaba a repartir comida a un grupo de personas que no tenían techo. Con ellos no compartía solo el alimento, sino también juegos y mi afición por la música”, asegura un hombre nacido en 1980 que mira al pasado con cierta nostalgia.

Uno de la calle

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“Siento pasión por la música clásica. La afición me viene de mi padre, que tocaba el oboe en la banda municipal”, asegura José, un hombre que ha llamado a la puerta del Hogar Municipal del Transeúnte de León en más de una ocasión.