El arte, en todas sus formas, no solo es un modo de expresión, sino una herramienta terapéutica que en los últimos años ha experimentado un importante desarrollo como coadyuvante en tratamientos de diversas enfermedades y también como un medio de crecimiento personal. La participación en actividades creativas genera múltiples efectos positivos para la salud, llegando incluso a proteger y reforzar el sistema inmunológico y favoreciendo el bienestar psicológico.
Ya en la Grecia clásica filósofos como Pilates o Tales de Mileto utilizaban la música para aliviar distintos males. Hipócrates recomendaba, entre otras actividades, la lectura para mantener y mejorar el estado de salud. En el Renacimiento, con el resurgir de todas las ciencias, hacían referencia a la zapatería, sastrería o cerámica como actividades con valor terapéutico, e incluso recomendaban actividades como la costura, tocar el violín o serrar. Pero no es hasta la Segunda Guerra Mundial cuando se empezó a considerar el arte como forma de tratamiento terapéutico gracias a un artista hospitalizado que decidió pintar para liberarse de la angustia y del dolor.
El arte como terapia utiliza el lenguaje artístico y el proceso creador para expresar vivencias personales, siendo una herramienta que posibilita el desarrollo personal del individuo en todas sus dimensiones: emocional, cognitiva, social y física. Estas actividades benefician el sentido de pertenencia, las estrategias de afrontamiento positivas, la tolerancia a situaciones conflictivas y la atribución de sentido y significado a la vida. Además, enriquece la percepción, la memoria, y el lenguaje. Por otro lado, las actividades creativas favorecen la inserción social, el crecimiento personal, el entretenimiento, la construcción de nuevas redes sociales, la reducción de la ansiedad y el establecimiento de metas.
Lo bonito de usar este medio es priorizar el proceso creativo, utilizando ese camino para mejorar y ampliar el bienestar emocional, mental y físico de las personas.
En este sentido, la danza, el movimiento y la música ayudan a experimentar las emociones, liberarlas y aceptarlas. Permiten ampliar la conciencia, destrabar conflictos psíquicos y generar un estado de congruencia. El cuerpo y la voz son recursos que promueven la integración de las emociones y de la mente. La escritura favorece el autoconocimiento, impactando positivamente en la elaboración y concienciación de las problemáticas que la persona presenta. Las actividades artísticas en general promueven la autoexpresión, mejoran la autoestima y alivian el estrés, puesto que generan placer y disfrute. Hay personas que crean algo nuevo para sufrir menos y/o disfrutar más.
Independientemente del uso terapéutico que se puede hacer del arte, la actividad artística por sí sola posee ciertas cualidades terapéuticas, por eso es indiscutible que el arte tiene algo de sanador, reparador y liberador. Lo bonito de usar este medio es priorizar el proceso creativo, utilizando ese camino para mejorar y ampliar el bienestar emocional, mental y físico de las personas.
Las actividades artísticas impactan positivamente en el estado de ánimo y en la disminución del estrés, que ayudan a exteriorizar la angustia, el enfado, la frustración, la culpa y la estigmatización social.
Siempre ha existido una conexión entre la enfermedad mental y la creatividad. Quizá porque la creatividad es un elemento integrador, y el arte puede contribuir a promover el empoderamiento, la libertad y la responsabilidad de personas que muchas veces se ven recluidas en ese estigma que tanto cuesta deshacer. La posibilidad de ser a través del hacer. Por eso, algunos estudios evidencian que las actividades artísticas impactan positivamente en el estado de ánimo y en la disminución del estrés, que ayudan a exteriorizar la angustia, el enfado, la frustración, la culpa y la estigmatización social. Un ejemplo de esto es el pintor W. de Kooning, representante del expresionismo abstracto, que fue diagnosticado entre otras cosas de enfermedad de alzhéimer, apareciendo los primeros síntomas cuando tenía 70 años, momento en el que aumentó su producción artística, mejoró la técnica y terminaba los cuadros antes. Dejó el alcohol, cambió la dieta y practicaba ejercicio físico. La pintura formó parte de su proceso rehabilitador. Solía decir: “Yo pinto para vivir”.
Con esta idea de la importancia de utilizar el arte como toma de conciencia de la realidad social en la que vivimos surgió el grupo de trabajo ‘CreAcción Mental’ en el año 2014, donde diferentes profesionales de la red de Salud Mental de León (el Centro de Rehabilitación Psicosocial (CRPS) San Juan de Dios de León, la Asociación Salud Mental León, el Servicio de Salud Mental del Complejo Asistencial Universitario de León (CAULE), la Fundación Tutelar FECLEM y la Residencia y Centro Ocupacional Doña Cinia, de la Fundación Soltra) iniciaron un camino de propuestas para acercar a la comunidad las creaciones de personas que tienen mucho que decir, mostrar, compartir y enseñar a la sociedad.
Así, se organizan talleres y concursos de fotografía y escritura. También se proponen concursos de dibujo, cuyo ganador o ganadora puede ver su obra plasmada en los carteles del Día Mundial de la Salud Mental. Siempre buscando y utilizando recursos de la comunidad para que estas personas también se sientan partícipes de ella, eliminando barreras y generando una inclusión real.
Alba Laso González
Terapeuta Ocupacional del CRPS
Hospital San Juan de Dios de León