El 15 de abril de 1972 se realizó en León la primera donación bajo el paraguas de la recién constituida Hermandad de Donantes de Sangre. El médico Deogracias Vicente Mangas fue el encargado de realizar la extracción, según sus archivos. ¿Qué balance hace de estos 50 años?
Aunque la actividad y la innovación ha sido permanente desde principios del siglo XX, a partir de los años 60 el impulso fue espectacular. Las asociaciones de donantes de sangre empezaron a nacer a finales de esa década a iniciativa de José María García de Viedma que, de la mano del Instituto Nacional de Previsión –institución encargada de la Seguridad Social-, pretendía impulsar las transfusiones en todas las provincias. En León, con Manuel Arroyo Quiñones como alcalde, nació el 8 de marzo de 1972 en connivencia con la Residencia Sanitaria Virgen Blanca, donde se crea un servicio de Hematología que se hace cargo de todo lo necesario para analizar, procesar y transfundir la sangre. Hubo que poner en marcha todo un equipo de voluntarios para trasladar el mensaje de la donación en todos los ámbitos: laborales, culturales, educativos… Era importante hacer entender que la sangre no debía ser un producto con el que se pudiera traficar. El primer año se inscribieron 96 donantes y se hicieron 146 donaciones, cuando actualmente estamos hablando de 12.000 al año gracias a una cartera de cerca de 15.400 donantes activos, es decir, aquellos que en los últimos tres años han donado al menos una vez. Para conseguir estas cifras se tejió una red de delegados locales tras contactar con las autoridades, los líderes de opinión y los propios párrocos, que fueron un apoyo inestimable en este sentido. En la actualidad contamos con 170.
En 2021 se incorporaron unos 1.100 donantes nuevos, de los que el 83% tenía menos de 30 años. Y eso nos está permitiendo rejuvenecer el censo
Hasta entonces la sangre solo la recibían quienes podían pagarla o encontraban un familiar compatible. ¿Qué supuso convertir el proceso en algo altruista y voluntario? ¿Qué riesgos puede suponer pagar por donar sangre?
Hay estudios que demuestran que el riesgo de transmisión de enfermedades es 15 veces mayor cuando la sangre procede de personas que la venden. Cada año hacemos en España dos millones de transfusiones de sangre y llevamos tres lustros sin un solo contagio. El cambio más sustancial se produjo con la creación de los centros de transfusión entre los años 1988 y 2005 -de la mano de las consejerías de Sanidad de las distintas comunidades autónomas- con el objetivo de garantizar el suministro equitativo de hemoderivados a todos los hospitales con quiénes interactúan a diario. Así, el Centro de Hemoterapia y Hemodonación de Castilla y León centraliza en Valladolid la recogida y procesamiento de todas las bolsas donadas, unas 425 cada día de las que cerca de medio centenar llegan desde el área sanitaria de León.
Las donaciones de sangre en León aumentaron en 2021 más de un 6% y se acercaron a las 12.000. Aun así, apenas el 4% de la población dona su sangre de manera regular. ¿Está garantizado el relevo generacional? ¿Es el envejecimiento de la población un problema?
Esto es un proceso evolutivo vinculado a la edad, porque se puede ser donante entre los 18 y 65 años, y el envejecimiento de la población en una provincia como la nuestra es una realidad social. El relevo generacional es un poco más complicado que en otros lugares, pero la respuesta de la Universidad de León –así como de los institutos y centros de FP- es muy buena. De hecho, el año pasado se incorporaron unos 1.100 donantes nuevos, de los que el 83 por ciento tenía menos de 30 años. Y eso nos está permitiendo rejuvenecer un censo donde el perfil mayoritario se mueve entre los 30 y los 50 años.
¿Dona más la gente que vive en los núcleos urbanos o la que vive en los pueblos?
Es un poco al 50 por ciento, porque tenemos más de 400 pueblos a los que no va el equipo de médico, 25.000 potenciales donantes a los que no llegamos. Tenemos un índice de 36 donaciones por cada 1.000 habitantes, cuando provincias como Valladolid arrojan una media por encima de las 40. Dicho esto, hay pueblos como Astorga, La Bañeza, Valencia de Don Juan, Santa María del Páramo y Veguellina de Órbigo donde los resultados siempre son magníficos.
Uno de los valores principales del plasma está en los fármacos que se producen a partir de él y no acabamos de ser autosuficientes
¿Habría más donantes si no hubiera tanto miedo a la visión de la sangre o a las agujas? ¿O no es un porcentaje representativo?
Siete de cada diez personas no pueden donar sangre por edad o por enfermedad. Y del 30 por ciento restante, aproximadamente un 12 por ciento tienen miedos fóbicos. Nos quedaría un 18 por ciento de potenciales donantes de los que, actualmente, lo son un cuatro por ciento. Por lo que tendríamos un margen de mejora.
¿Son más eficaces las políticas de fidelización que de captación de nuevos donantes?
Si no fidelizamos estamos perdidos. Los donantes de sangre tienen que ser realmente conscientes de la trascendencia de su acción. La fidelización nos permite que haya personas que donen hasta tres o cuatro veces al año. Son grandes donantes que además actúan de embajadores a la hora de captar nuevos en sus entornos más próximos, porque comparten su experiencia.
¿Con qué reservas cuenta actualmente León? Desde que lleva las riendas de la Hermandad, ¿ha vivido alguna situación de emergencia?
Las reservas deben ir en consonancia con el consumo y en León estamos hablando de medio centenar de bolsas al día necesarias. Para una cobertura segura estamos hablando de seis días. Cuando esas reservas bajan a cuatro, ya hay una cierta alerta. Y cuando bajan a dos o uno, se enciende la alarma. Ahora tenemos medios como los mensajes de WhatsApp o los llamamientos en redes sociales, pero antiguamente por no haber ni había teléfono en las casas y casi teníamos que ir llamando puerta por puerta.
¿Les ha puesto la pandemia de coronavirus a prueba?
La irrupción de la pandemia de coronavirus trajo consigo una bajada de las reservas. Hubo menos donaciones, pero también se suspendieron muchas intervenciones quirúrgicas. Por ejemplo, en marzo de 2020 tuvimos 813, cuando en marzo de 2021 fueron 1.244 y en marzo de 2022 un total de 1.348.
España y la Unión Europea llevan sufriendo una gran dependencia de plasma por parte de Estados Unidos desde hace tiempo. ¿Esto es preocupante?
El programa de etnoeducación supone un mayor conocimiento del territorio desde un punto de vista muy extendido en el que tienen cabida desde talleres sobre injertos en frutales, hasta otros que se adentran en los fenómenos atmosféricos. Pensamos que compartir el conocimiento (conocimiento que no es unidireccional, en nuestros programas los saberes de nuestros vecinos han tenido un papel fundamental) es la base del respeto al territorio. Y este programa se ha confeccionado bajo esa premisa. Al mismo tiempo, es fundamental la articulación de todos estos conocimientos en ciclos que en ocasiones se acaban entrelazando, huyendo de los eventos que no dan opción a profundizar ni a la aparición de nuevas ramificaciones. En 2022 seguiremos trabajando en Labranzas, Micología, Herbarium, Líquenes y Nubla. Además, iniciaremos nuevas líneas relacionadas con la alimentación.

Un total de 50 trabajos han concurrido a la primera edición de la convocatoria NUDO/KNOT, promovida junto al Instituto Leonés de Cultura (ILC) y dirigida a todas las personas que investigan y crean con visión ecológica, transversal e híbrida. ¿Se lo han puesto difícil al jurado?
Uno de los valores principales del plasma está en los fármacos que se producen a partir de él y no acabamos de ser autosuficientes. No obstante, se está propiciando en toda España la donación selectiva, es decir, la aféresis, que consiste en extraer sólo un componente sanguíneo. La plasmaféresis consiste en colocar un catéter en una vena a través del cual se extrae la sangre que se hace pasar por una máquina que separa el plasma de las células (glóbulos rojos, blancos y plaquetas). Las células son devueltas al paciente o donante. El problema es que en la UE no tenemos una estructura de desarrollo de esos medicamentos.
Por cierto, ¿cómo respondió la población al llamamiento del Centro de Hemoterapia y Hemodonación de Castilla y León para participar en el ensayo de plasma de personas convalecientes (o hiperinmune) para el tratamiento de la COVID-19?
La población respondió bien, pero no hubo resultados concluyentes que avalaran su eficacia en las fases iniciales de la COVID-19. Ya ocurrió algo parecido con los anticuerpos del ébola en los pacientes que habían sobrevivido a la enfermedad.
Aunque el plasma puede durar hasta dos años, los glóbulos rojos caducan a los 42 días y las plaquetas, utilizadas en pacientes con cáncer o leucemia, no llegan a la semana de vida. ¿La donación de sangre debería ser un hábito de vida?
Nuestro objetivo final es conseguir que no falte sangre, puesto que es un producto humano imposible de fabricar y no hay más remedio que depender de la generosidad de las personas. Debería ser un gesto habitual, pero por muchas campañas de concienciación que se hacen en España, como ocurre en la mayoría del mundo, es muy difícil subir de ese cuatro por ciento. Solo Dinamarca, Suiza, Austria, Suecia, Noruega y Finlandia están a la cabeza con cifras por encima de los 45 donantes activos por cada 1.000 habitantes.
La Unidad de Cuidados Intensivos, por la extrema gravedad de los pacientes que ingresan en ella, es uno de los servicios que más concentrados de hematíes consumen. Pero, aparte de las UCI, ¿cuáles demandan más sangre?
Con cinco bolsas de sangre se consigue una unidad o ‘pool’ de plaquetas, que se emplean fundamentalmente para el tratamiento del cáncer y la leucemia. Y es que el 34 por ciento de toda la sangre donada se consume en Oncología, por lo que es fundamental un número de reservas constante y sostenido en el tiempo. Sin sangre no habría solución para los enfermos de cáncer como tampoco lo habría para los precisaran un trasplante de órganos.
Cada una de las extracciones es analizada con la más alta tecnología. ¿Qué pasos se siguen para que los productos sean seguros, óptimos y de calidad?
La sangre pasa por ocho pruebas antes de ser procesada para su uso sanitario. Dos de esas pruebas son PCR (reacción en cadena de la polimerasa), ahora popularizadas para la detección del COVID-19, para comprobar que está libre del virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), causante del Sida, y de hepatitis C. Luego cada bolsa se fracciona en tres productos (concentrado de hematíes, plasma y plaquetas) y se clasifica por grupo sanguíneo.
Todos los grupos sanguíneos tienen la misma importancia, pero no la misma prevalencia. ¿Cuáles son los más necesarios?
Al 0+ y al A+ pertenecen más del 70% de la población, por lo que es lógico que siempre se necesiten más de estos grupos específicos. En la mayoría de los casos, los pacientes reciben sangre de su mismo grupo. No obstante, las personas del grupo 0- que no presentan los antígenos A, B o D en la superficie de sus glóbulos rojos son donantes universales. Del mismo modo, los individuos AB+ se denominan receptores universales porque en la superficie de sus glóbulos rojos están simultáneamente los antígenos A, B y D.
Contamos con más de 452.550 donantes de médula ósea activos en el Registro Español de Donantes de Médula Ósea (Redmo). De ellos, 26.347 son donantes que se registraron en 2021, lo que supone un incremento del 5% con respecto al año anterior. ¿Vamos por el buen camino?
Sí. Ser donante voluntario de médula ósea es aceptar el compromiso moral de donarla a un enfermo de cualquier parte del mundo que, sin disponer de familiares compatibles, requiera un trasplante: la única esperanza para muchos afectados de leucemia y otras patologías de la sangre. La edad tope para registrarse como donante en el Redmo, tras una simple extracción, son los 40 años desde el año 2018.
También es presidente de la Asociación de Amigos de Portugal en España y secretario general de la Asociación Autovía León – Braganza. ¿Qué relación tiene con el país vecino?
Creo que estoy en 17 asociaciones. De hecho, desde este año soy también presidente de mi comunidad de vecinos (risas). Mi contacto estrecho con Portugal viene de principios de los años 80 gracias a la buena relación que mantenía con el entonces presidente de la Federación Portuguesa de Donantes de Sangre, Joaquim Moreira Alves. En 1995 surgió la idea de crear una Asociación de Amigos de Portugal en León que, al no haber ninguna en otra provincia, acabó siendo de España. Años más tarde, cuando aún no estaba la León-Benavente ni la León-Astorga, propuse al Ministerio de Fomento una ‘Y’ a la salida de Onzonilla que atravesaba la mitad del Páramo y ahorraba 22.000 millones de pesetas. No salió adelante pese a su éxito, pero en 2008 organizamos unas jornadas técnicas para que la CL-622 se convirtiera en la Autovía León-Braganza. Y parece que este año se comenzará la ejecución del tramo Rihonor-Puebla de Sanabria.
El test de Martín Manceñido Fuertes
Una ciudad_ León
Un rincón_ Mi pueblo (Valdefuentes del Páramo)
Un lugar para perderse_ Cualquiera de playa
Un colega de profesión para salir de cañas_ Son tantos que no me atrevería a decir solo uno
Un deporte_ Lanzamiento de jabalina
Un vicio (confesable)_ Fumar
Su mayor defecto_ Demasiado confiado
Su mayor virtud_ Mi pretensión es ser buena persona
Le gustaría parecerse a_ Nadie. Cada uno somos un mundo
Un grupo musical o cantante_ Dúo Dinámico
Un libro_ La poesía de Antonio Colinas
Un medio de transporte_ El coche