actriz macarena gómez
EN PERSONA

REVISTA Nº 142 –  MARZO 2021

Daniel Minimalia
Guitarrista y compositor 

Acuñado desde sus inicios por la crítica como el Mike Oldfield español, para Daniel Llorente Rey, más conocido como Daniel Minimalia (Vitoria, 1983), el año 2020 ha sido “una de cal y otra de arena”. Al día siguiente de fallecer su madre, el 8 de marzo, daba un recital en la sala Clamores de Madrid en su memoria. Y meses más tarde el guitarrista y compositor, que ya había estado nominado en 2017 en la misma categoría por su álbum ‘Origen’, se alzaba con el Latin Grammy al mejor álbum instrumental del año con ‘Terra’ (2020). Un premio con el que ha visto reconocido el “duro trabajo de muchos años” y ha querido hacer un guiño al cielo. Ahora, con el 2021 en marcha, celebra un nuevo galardón: el Hollywood Music Award en la categoría de mejor canción de pop/rock latino por ‘Flor de leyenda’. Una estatuilla que ya ganó en 2015 por ‘Olas del Sur’.

Nació en Vitoria, pero desde muy pequeño vive en Ourense. Además, tiene raíces leonesas, porque su padre nació en Matallana de Valmadrigal. ¿Qué recuerdos guarda del pueblo?

Guardo unos recuerdos buenísimos, porque me llevaba muy bien con mis abuelos paternos. De hecho, mi primer tema instrumental, ‘Al decir adiós’, lo compuse tras su muerte. Recuerdo sobre todos los veranos, porque cada uno éramos de un sitio y nos juntábamos para jugar al frontón, que en Galicia no había. Y cogíamos la bici y nos íbamos por ahí de un sitio para otro. Hace dos años que no voy por Matallana, pero mi tío ha reformado la casa de mis abuelos y tengo ganas de ir. Me llamaba mucho la atención las casas hechas de adobe, las eras, los carros… y me gustaba ir a tomar las tapas al Nardo, a El Tropezón y a La Económica.

Con 14 años recién cumplidos comenzó a tocar la guitarra de manera autodidacta. ¿Cómo fue el proceso y en qué momento nació Minimalia?

La guitarra era de mi hermano mayor, pero en menos de una semana era ya mía. Yo era muy fan del rock y muy fanático de Héroes del Silencio, así que la primera canción que me puse a intentar tocar fue ‘El estanque’. Empecé a buscar las sonoridades en la buhardilla de mi casa, porque no era un adolescente muy sociable. Y sigo siendo tímido y algo introvertido, pero la música me ha hecho ser valiente. Le dedicaba muchas horas y echaba mano de apuntes que me pasaban. Después pasé a la guitarra eléctrica, a la pedalera de efectos y descubrí un mundo aparte. Luego aprendí mucho tocando con otras personas, porque no es lo mismo que hacerlo solo. Minimalia era el nombre del grupo que quería montar cuando tenía los primeros cuatro temas. No salió adelante, pero lo tomé como apellido artístico en 2011.

Ese año le escribió un correo electrónico al jefe del concesionario de coches en el que trabajaba de contable diciéndole que no volvía. El tiempo le ha dado la razón, pero ¿aquella decisión le costó algún disgusto?

Estudié ADE (Administración y Dirección de Empresas), hice un máster y hasta trabajé en un banco, pero era tal la desgana y el convencimiento que no me costó tomar la decisión. Va a hacer diez años y, aunque mi entorno me llamara loco, lo tuve muy claro. Lo pasé peor después, porque este mundo es a veces muy ingrato, pero en ese momento me sobraban la fuerza y la ilusión. Además, la música instrumental era hacer lo alternativo de lo alternativo, algo suicida. Pero, al final, ha sido mi ventaja: ir por donde no ha ido nadie. Eso me ha llevado a destacarme del resto.

Tardó cuatro años en moldear ‘Cuentos Sonoros’, su primer trabajo, publicado en 2012 entre grandes aplausos de la crítica especializada. ¿Las cosas cocinadas a fuego lento saben mejor?

Yo hacía la música para mí, pero cuando tenía doce temas me dije: pues hago un disco. No sé si las cosas cocinadas a fuego lento saben mejor, pero ‘Cuentos Sonoros’ tiene un sabor de inocencia que me encanta, un punto que con los años inevitablemente se acaba perdiendo. Fue algo especial, algo que no volverá a pasar por desgracia. Lo hice sin prisas y sin saber si alguien lo iba a escuchar.

Por cierto, cocinar es algo que le relaja. ¿Tiene alguna receta para el éxito?

Me encanta cocinar. A Natalia (su pareja) le conquisto con fajitas de pollo, sobre todo si ha habido un mal día de por medio. Es como la comida de fiesta. Pero creo que se me da mejor la paella. Los sábados me gusta comprar los berberechos, los langostinos, los mejillones… y los domingos pochar la cebolla, triturar el tomate, etc. Me relaja tanto como ver series, que las prefiero a las películas, por que duran más.

El año 2020 en el que, a la pandemia de coronavirus que azota el mundo, se unió la pérdida de su madre, ha estado lleno de emociones. ¿Qué balance hace de todo lo que le ha sucedido y cómo lo ha gestionado?

Yo diría que fue el año de mi vida por inolvidable, tanto para lo bueno como para lo malo. Una montaña rusa de emociones que tuve que gestionar de la mejor manera posible. Al día siguiente di un concierto en Madrid, porque creo que era lo que tenía que hacer. Ahí, mi madre me hizo ser fuerte hasta su último día. Ese concierto, con sus silencios eternos y aplausos eternos, fue completamente especial.

Ya había estado nominado a los Grammy Latino en 2017 en la misma categoría por su álbum ‘Origen’, pero asegura que ‘Terra’ ha sido “el trabajo más difícil de sacar en todos los sentidos». ¿Qué le hace especial?

Hubo mucha gente de la industria que se portó conmigo fatal en todos los sentidos. Me había planteado muchísimas cosas, porque estaba deprimido. Dejé un poco de lado las redes sociales y reuní fuerzas allí donde no las tenía. Cogí las riendas e hice un poco con ‘Terra’ lo que hice con el primer disco, ‘Cuentos Sonoros’. Luego, en la práctica, fue la primera vez que dejé que metieran mano en un trabajo músicos de estudio de Venezuela, Colombia y Estados Unidos. Parte de la producción ha corrido a cargo de Raniero Palm y el disco tiene un sonido diferente, más apegado al directo, que ha marcado un punto de inflexión en mi carrera. Y es una guinda a muchos años.

Ahora, ‘Flor de leyenda’, el único sencillo con letra de ‘Terra’ en el que colaboró con la voz Esmeralda Grao, intérprete de canciones de Nacho Cano o Melendi, le ha dado un nuevo reconocimiento que, además, le convierte en el primer músico español en tener dos estatuillas de esa prestigiosa academia de Hollywood. ¿Cuándo compuso esta canción?

Tenía la idea de hacer un tema con letra para este cuarto disco. Surgió en un viaje a los Pirineos con Natalia, que ya conocía la flor de Edelweiss, la planta de las nieves, una de las joyas naturales más valiosas que crece en lo más alto de la montaña. Tiene un cierto halo de misticismo que la hace todavía más atractiva y yo hice una adaptación de la leyenda. Se cuenta que una mujer le promete su amor a un hombre si se la consigue traer. La demo la hice con mi voz, que ha quedado en un cajón, y después me puse en contacto con Esmeralda Grao, que aceptó encantada el proyecto.

Ha prometido incluir al Auditorio Ciudad de León en su próxima gira, mientras centra sus esfuerzos en una serie de conciertos vía ‘streaming’ para Latinoamérica y Estados Unidos. ¿Confía en que la primavera nos dé un respiro?

El 21 de febrero di el primer concierto en ‘streaming’ para Colombia, Argentina, México y Estados Unidos. A mí me gusta ser positivo y espero que sí, aunque por las circunstancias tenga que tocar dos o tres veces en un mismo día. De todos modos, soy de los que prefiere actuar en un teatro toda una semana a dar un único concierto para 10.000 personas.

No sé si está aprovechando para grabar nuevos temas y, si es así, ¿cuándo tiene previsto que vean la luz?

Estoy construyendo algunas melodías, pero aún no tienen toda la forma. Son bocetos. En este sentido, cada vez dejo más reposar las cosas. No obstante, mi plan es sacar disco a principios de 2022.

En cualquier caso, una vez que se plantea un disco, ¿es fácil encontrar ese hilo conductor que lo articula para intuir hacia dónde se dirige o más bien deja que el tiempo sea el que hable?

Trabajo más desde un concepto inicial, aunque todo esté sujeto a cambios. Después de una gira, tengo en la cabeza lo que quiero hacer en el siguiente disco. Por ejemplo, en mi próximo trabajo voy a enfocarme en Centroamérica, en la música andina, y quiero jugar con instrumentos como el saxo, que no está en ‘Terra’, y el piano, que hace mucho que no utilizo.

Entre sus planes está el de cruzar el charco y residir en Los Ángeles. Porque, en sus propias palabras, lo de emprender en España es mucho más complicado y le ha llevado a «pasarlas canutas». ¿Por qué cree que cuesta tanto lo de ser profeta en su tierra?

Está un poco en ‘stand by’, porque el 2021 no está para muchos planes. Habrá que esperar a 2022. Un mal endémico en España es que no se valora a sí misma. Y con la cultura miramos siempre hacia afuera, porque antes de la pandemia no es que estuviera bien. Es una cuestión de educación, se ve más como un tema de ocio que como un bien de primera necesidad. En California, por ejemplo, tienen otras maneras de hacer las cosas para atraer el talento. Y como músico me compensa más estar allí que aquí, aunque tengo que decir que en estos tiempos que corren me siento un afortunado.

«Al final mi principal ventaja ha sido ir por donde no ha ido nadie», ha manifestado. ¿Cree que ofrecer algo diferente es la clave?

Yo creo que sí. Y hacer realmente lo que te apetece. Ofrecer algo con calidad y personalidad es mejor que dejarse llevar, porque al final se demuestra que hay un público ahí detrás. Solo tienes que dar a conocer lo que haces.

Entre su música se aprecian diferentes influencias que transitan por el folk flamenco, rock progresivo, blues o música clásica. ¿Cuáles son sus referencias y qué es lo que está escuchando ahora?

Ahora estoy escuchando música peruana. Cuando empecé básicamente escuchaba bandas de rock nacional como Los Suaves y Héroes del Silencio. Luego me enganché a la música de los 70: Thin Lizzy, Deep Purple, Led Zeppelin… Pero, realmente, en Minimalia lo que más influido es la música tradicional gallega. Estuve año y medio tocando el bajo en un grupo de folk que se llama Coanhadeira y aprendí nuevas rítmicas. Ahí empezó mi contacto con la música de fusión.

Para alguien que hace música instrumental, ¿qué es el reguetón? ¿deja espacio a la creatividad o directamente la mata?

No tengo nada en contra del reguetón, pero sí me molesta que sea el todo. No lo comparto como género ni por letras ni por música. Sustancia tiene poco, es bastante efímero. Porque en el rap al menos hay mensaje.

Aunque se suele decir que toda crisis es una oportunidad, lo cierto es que la situación actual no da tregua a la industria cultural. No hay conciertos en vivo, ni presentaciones, ni clases de música a domicilio… ¿Se avecina un cambio de paradigma?

Hay un cambio. La clave siempre es la adaptación. Tenemos que adaptarnos, con nuevos productos, formatos y horarios, antes que esperar a que vuelva nuestra vida de antes. Pero, sobre todo, con la perspectiva del hoy y, si acaso, del mañana más inmediato. No nos podemos quedar en el pasado, ni deberíamos planificar todo tanto. Creo que eso es un error.

El test de Daniel

Una ciudad_Los Ángeles
Un rincón_Una habitación con mi guitarra
Una comida_Sushi
Un lugar para perderse_Cualquier bosque con Natalia
Un colega de profesión para salir de cañas_Fernando Paz
Un deporte_Fútbol
Un vicio (confesable)_Chocolate
Su mayor defecto_Impuntualidad
Su mayor virtud_Paciencia
Le gustaría parecerse a_ Nadie
Un grupo musical o cantante_Héroes del Silencio
Un medio de transporte_El coche